No era una cuestión de necesidad, nunca lo fue. Una parte de ella sí, porque después de un tiempo te acostumbras y necesitas esa costumbre.. pero no lo necesitaba, simplemente lo quería. Tenía (quería creer) una vida ocupada, haciendo cosas, ayudando a los demás, estudiando, laburando... había seguido su camino, o al menos eso creía. Podía estar bien. Podía pasar un día sin llorar, siempre recordándolo pero sin lágrimas, su ser se había deshidratado (otra vez). Él también tomó otro rumbo en su vida, sin ella, un rumbo en el cual ella no era parte de su vida ni planeaba serlo.. y eso le dolía en su ser. Porque siempre albergaba en ella la esperanza de estar, de volver a sentir sus manos entrelazadas, sus besos y abrazos cálidos, su cuerpo.. cómo es que tanto bien hace tan mal?.
Pero no se necesitaban. Cada uno tenía una rutina. Todos los días distintos, todos los días iguales. Salían con sus amigos, iban a fiestas, se veían con otras personas y sentían un vacío.. pero dicen que es normal, no se preocupaban, eso ya iba a pasar. Tenían otras compañías, compañías de unas horas, de una noche, o amigos, familia, compañeros. Tenían facultad. Tenían vida. No se necesitaban. No creían necesitarse. Excepto cuando Buenos Aires se iba a dormir, poco a poco, persona por persona.. sus compañías se iban con otras compañías, sus amigos con otros amigos.. y ellos se quedaban tumbados en la cama, a veces durmiéndose enseguida por el cansancio y a veces pensando en qué se convertiría su soledad con su antiguo compañero, extrañaban esa certeza de irse a dormir sabiendo que al otro día iban a hablarse (si no era verse) y contarse sus días, sus frustraciones, sus enojos y alegrías..
Pero creyendo que podían, esas dos almas siguieron separadas, esperando que su alma compañera fuera en su busca, en la dulce espera de extrañarse un poco menos..
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